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En los últimos años de su vida Simone Weil se consagró de manera especial a la tarea de desvelar "el centro mismo de todo el pensamiento griego", estudiando y traduciendo los textos de filósofos y poetas.
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En los ?ltimos a?os de su vida Simone Weil se consagr? de manera especial a la tarea de desvelar ?el centro mismo de todo el pensamiento griego?, estudiando y traduciendo los textos de fil?sofos y poetas.
A estos trabajos pertenece el ensayo ?La Il?ada o el poema de la fuerza?, aqu? recogido, cuya lectura de los versos hom?ricos compendia la entera meditaci?n de la pensadora: ?No es posible amar y ser justo m?s que si se conoce el imperio de la fuerza y se sabe no respetarlo?. Los textos reunidos en el presente volumen son fruto de la preocupaci?n de Simone Weil porque las obras maestras de la poes?a y la filosof?a griega fueran accesibles a las masas populares: en sus traducciones tanto de pasajes de ?Electra? o ?Ant?gona? como de los fragmentos de Her?clito, en sus comentarios a Plat?n (?Dios en Plat?n?) o en sus notas a Cleantes, Fer?cides, Anaximandro y Filolao. (fuente:editorial)
Nacida en Par?s en 1909, en el seno de una familia agn?stica de procedencia jud?a, asiste al liceo Henri IV donde tiene como profesor de filosof?a a Alain. Tras pasar por la Escuela Normal Superior, ense?ar? filosof?a en liceos femeninos de provincias, hasta que sus dolores de cabeza cr?nicos la obliguen a abandonar las tareas docentes. Vinculada a grupos pacifistas y al sindicalismo revolucionario, a finales de 1934 deja por un tiempo la ense?anza para trabajar en distintas f?bricas. Llevada por esta necesidad interior de exponerse a la realidad, asumir? a lo largo de su vida distintos trabajos manuales y participar? brevemente en la guerra civil espa?ola, en la columna Durruti. Entre 1935 y 1938 tienen lugar sus sucesivos encuentros con el cristianismo, que la hacen cruzar un umbral, aunque sin cambiar el sentido de su vocaci?n. Con la ocupaci?n alemana, abandona Par?s acompa?ando a sus padres, primero con destino a Marsella y luego a Nueva York. En contra de su deseo de volver a Francia para participar en la Resistencia, es destinada a labores burocr?ticas por los servicios de la Francia Libre. Consumida por la pena y por una anorexia voluntaria, muere en 1943 en el sanatorio de Ashford, cerca de Londres.