A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Las pequeñas virtudes...
Traducir a Tolstói. Viaje emocional a Yásnaia Poliana es un periplo...
A partir de 12 años. Una de las novelas más leídas por los jóvenes de...
Diario de un profesor novato narra, con un estilo ir?nico y tierno,...
A partir de 4 años. Cada tarde, Feliciana atraviesa un camino para...
Heroína de la resistencia a la ocupación nazi de su patria, ella, junto...
Primer tomo de los tres que recogerán las crónicas del gran periodista...
Una recopilación de las ideas del legendario artista británico David...
A partir de 4 años. Como de costumbre, el conductor arrancó el motor de...
SURAFRICA. En los años previos del apartheid, el destino de dos padres,...
Un hermoso jardín en Toscana: una pasión, un aprendizaje, un lugar de...
A partir de 11 años. Tania es pelirroja y tiene los rizos de un leon. Se...
Cediendo a un deseo antiguo, el de vivir en el campo, y gracias a una...
te recomienda este libro.
En stock
A partir de 7 años. Hubiera sido un verano perfecto, pero Claudio García, mi único enemigo en mi lista de enemigos se mudó a mi barrio. Por suerte mi padre era un entendido en enemigos y me propuso un truco para deshacerme de él: Un pastel para enemigos.
100 Artículo Artículos
¡Últimas unidades en stock!
Fecha de disponibilidad:
A partir de 7 años. Hubiera sido un verano perfecto, pero Claudio García, mi único enemigo en mi lista de enemigos se mudó a mi barrio. Por suerte mi padre era un entendido en enemigos y me propuso un truco para deshacerme de él: Un pastel para enemigos.
Mi padre me dijo que, para que el pastel surtiera efecto debería invitar a Claudio, pasar un día entero con él y ser muy simpático. Yo estaba dispuesto a cualquier cosa, así que fui en bici a su casa y le invité a jugar en la mía. Dimos una vuelta, y luego jugamos toda la tarde e incluso le dejé entrar en mi cabaña. Cuando mi padre nos llamó para cenar, empezaba a dudar si debía mantenerle en mi lista de enemigos: ¡A lo mejor no era tan malo! Y cuando tuvimos el pastel en el plato, un gran pánico se apoderó de mí y le grité a Claudio que no se lo comiera. Acababa de perder a mi mejor enemigo…