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A partir de 7 años. Hubiera sido un verano perfecto, pero Claudio García, mi único enemigo en mi lista de enemigos se mudó a mi barrio. Por suerte mi padre era un entendido en enemigos y me propuso un truco para deshacerme de él: Un pastel para enemigos.
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A partir de 7 años. Hubiera sido un verano perfecto, pero Claudio García, mi único enemigo en mi lista de enemigos se mudó a mi barrio. Por suerte mi padre era un entendido en enemigos y me propuso un truco para deshacerme de él: Un pastel para enemigos.
Mi padre me dijo que, para que el pastel surtiera efecto debería invitar a Claudio, pasar un día entero con él y ser muy simpático. Yo estaba dispuesto a cualquier cosa, así que fui en bici a su casa y le invité a jugar en la mía. Dimos una vuelta, y luego jugamos toda la tarde e incluso le dejé entrar en mi cabaña. Cuando mi padre nos llamó para cenar, empezaba a dudar si debía mantenerle en mi lista de enemigos: ¡A lo mejor no era tan malo! Y cuando tuvimos el pastel en el plato, un gran pánico se apoderó de mí y le grité a Claudio que no se lo comiera. Acababa de perder a mi mejor enemigo…