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Durante su largo confinamiento en cárceles y campos de trabajo, Anna Larina asistió aterrada a una procesión interminable de esposas, hijas, madres y hermanas de miembros del partido comunista, desde entonces declarados enemigos del pueblo por Stalin.
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Durante su largo confinamiento en cárceles y campos de trabajo, Anna Larina asistió aterrada a una procesión interminable de esposas, hijas, madres y hermanas de miembros del partido comunista, desde entonces declarados enemigos del pueblo por Stalin.
Durante su infancia y juventud, Anna Larina (1914-1996) vivió en un ambiente consagrado a la Revolución socialista. Por sus más tempranos recuerdos desfilan figuras como Lenin, Trotski y Stalin. Su padre, Yuri Larin, fue un respetado dirigente comunista que siempre ejerció una gran influencia en su hija. El que se convertiría en su marido, Nikolai Bujarin, fue también un líder incansable, "hijo dorado de la revolución", en palabras del propio Lenin.
Sin embargo, Anna Larina se convirtió asimismo en víctima de la tragedia soviética. Cuando Bujarin fue arrestado, en marzo de 1937, Anna tenía tan sólo veintitrés años y un hijo de diez meses. Al primero ya no volvería a verle con vida, y con el segundo se reencontraría en 1956. Entre esas dos fechas, Anna cumplió una condena inexplicable e inhumana dominada por la incertidumbre sobre su futuro y sobre el de todas las personas de las que había sido separada. (fuente:editorial)
Anna Larina, la viuda de Nikolái Bujarin, uno de los padres de la revolución soviética que fue ejecutado por Stalin, falleció en Moscú el pasado sábado, a los 82 años, como consecuencia de un cáncer de pulmón, según ha anunciado su hija.Cuando Bujarin, uno de los hombres de confianza de Lenin y uno de los rivales de Stalin, fue condenado a muerte en 1938 en el último de los juicios de Moscú, su joven esposa fue desterrada y pasó 20 años exiliada en campos de concentración. Antes de separarse, Bujarin le expuso su testamento, dirigido a las generaciones comunistas del futuro, para que lo memorizara. Como no se atrevió a escribirlo, lo repetía continuamente en su prisión, "como si se tratase de una oración", diría más tarde, para no olvidarlo. El texto completo no se publicaría hasta 1988.
La autobiografía de Larina, Esto no lo puedo olvidar, creó sensación cuando se publicó en Rusia en 1988 como parte de la rehabilitación de Bujarin que llevó a cabo Mijaíl Gorvachov. Pero mucho antes, incluso desde el exilio, Larina emprendió una campaña infatigable para rehabilitar a su marido tras la muerte de Stalin, escribiendo largas cartas a Nikita Jruschov y a sus sucesores pidiendo que se instalara a su marido en el pabellón de los héroes de la revolución.
Larina era la hija adoptiva de un destacado comunista de la Revolución, Yuri Larin, y creció en el hotel Metropole, residencia de muchos líderes soviéticos. Desde pequeña conoció a Lenin y a Bujarin, 25 años mayor que ella y amigo de su padre. Tenía 16 años cuando se comprometieron y 20 cuando se casaron. A los 24, fue desterrada y separada de su hijo Yuri, al que no volvió a ver hasta que éste tenía 20 años. El niño se crió primero entre sus parientes y más tarde en un orfelinato estatal. Hasta 1956, cuando se le permitió visitar a su madre, no supo quién era su padre.
En 1959, Larina fue puesta en libertad y volvió a Moscú con su segundo marido, Fiodor Fadeyev, un compañero de prisión al que conoció en Siberia, y los dos hijos de ambos. Stephen F. Cohen, profesor de la Universidad de Princeton y autor de una biografía de Bujarin publicada en 1973, se entrevistó clandestinamente con ella durante la época de Breznev y le entregó la última carta que Bujarin le había escrito dos meses antes de su muerte y que el historiador había encontrado en los archivos.
Tras conseguir la rehabilitación de su marido, Larina dedicó sus últimos años a recobrar los escritos de prisión de su marido, sus trabajos filosóficos, algunos poemas y una novela autobiográfica, que estuvieron ocultos en los archivos secretos del partido comunista y aparecieron en 1992.- (fuente: El País)