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Marina Tsvietáieva (Moscú 1892-El?buga 1941) vivió en Rusia hasta 1922, año en que decidió reunirse en el extranjero con su marido, un oficial de la Guardia Blanca.
Residió en Berlín, en Praga y finalmente en París, ciudad que abandonó en 1939 para regresar a la Unión Soviética, donde dos años más tarde puso fin a su vida.
Su obra, considerada una de las más destacadas del siglo XX, incluye tanto poesía como prosa. Entre los libros traducidos al castellano están El diablo, El poeta y el tiempo y Un espíritu prisionero.
En abril de 1923 tiene lugar el primer encuentro de Tsvietáieva con Konstantín Rodzévich. Ocurrió lo inesperado: apareció aquel hombre que trastornará una vez más su vida, que le hará conocer el amor sensual y absoluto, no aquel más imaginario que real, como tantos amores fugaces e infructuosos que ella tildaba de «idilios cerebrales».
«Una carta –dice Marina Tsvietáieva- es una forma de comunicación fuera de este mundo, menos perfecta que el sueño, pero sujeta a sus mismas leyes.
La amiga reúne las poesías que Marina Tsvietáieva dedicó a la escritora y crítica de arte Sofía Parnok
Mi madre y la música es una bella evocación de la infancia, pero, sobre todo, de la presencia de la madre a través de un elemento familiar como es el piano.
La autora ofrece una evocación emotiva y lírica de la figura de su padre.
Luminoso, como el propio Maximilián Voloshin, es este texto que Marina Tsvietáieva dedica a la memoria del poeta y pintor que falleció bajo el sol de mediodía en Koktebel, un pueblo a orillas del mar Negro, el 11 de agosto de 1932.